Más allá de nuestra ilusión se levanta el velo

Por El Barquero (Le Passeur).

El sentimiento de separación es una cerradura artificial particularmente sólida en las culturas occidentales, pero de las que podemos librarnos. Porque se nos enseñó, nos dimos forma a nuestra vida durante burbujas de « seguridad » cuyas membranas se espesaron en el transcurso de las experiencias mal comprendidas que se volvieron en tantas pruebas. El espacio que nos reservamos en estas burbujas –de hecho el espacio que es la mínima célula de supervivencia de nuestro Yo- varía según nuestra capacidad de invertirlo y de mantenerlo.

Para muchos, este espacio es como mínimo considerado como vital. Y es, esta falta de espacio en la burbuja que hace agresivo y cuidadoso de colonizar más espacio. Es una de las razones para las cuales hay tanta agresividad y desconfianza en las ciudades. Tal como está vivido, el espacio común es restringido y debe ser distribuido entre todos según las relaciones de poder que se establecen. Las guerras de colonización son pues permanentes y los que son víctimas multiplican su agresividad para tratar de encontrar un poco de oxígeno y reconocimiento de sí.

Evidentemente, todo esto es insensato. Pero es, sin embargo, lo que se nos acostumbró a crear y a reforzar desde nuestra infancia. Va de sí que para avanzar sobre el camino del amor de sí y del amor de otro, hay que perforar esta burbuja y extirparla. Es un verdadero esfuerzo, es considerable hasta, tanto esta burbuja es integrada en la concepción que tenemos de nosotros mismos, tanto nos hemos metido en la cabeza que nos representa y que toda tentativa no autorizada a acercarse se experimenta como una agresión

Sin embargo, sabemos abrir esta burbuja a nuestros allegados, sabemos fusionar burbujas entre ellas si lo deseamos. Y este proceso de fusión, tales como pompas de jabón que se atraen y se unen, se llama el amor. Es porque amamos a un amigo, un niño, un hombre o una mujer, un perro, un gato, un árbol, un paisaje, porque ensanchamos nuestro espacio vital en el suyo. Es pues algo que sabemos hacer cuando lo escogemos.

Es saludable representarse bien lo que significa esta burbuja ficticia pero que se impone. Es la manifestación artificial, pero en realidad, concreta de nuestro sentimiento de separación. La llevamos por todas partes con nosotros y acondiciona nuestras relaciones a otros y nuestra apertura a todas las percepciones. Concretamente, nos hace a menudo percibir al extranjero que se acerca con un primer sentimiento -variable según las culturas- de desconfianza y a veces hasta de defensa. Mientras que podríamos acogerlo con la sonrisa y en la alegría de un posible reparto en el seno de una nueva experiencia enriquecedora, oponemos de golpe una máscara guerrera que esconde a fin de cuentas, una vez más, sólo el miedo de ver su burbuja de « seguridad », aunque ilusoria, alcanzada en su integridad. Lo que se llama un sentimiento de desconfianza: me desafío del que no conozco y el que es susceptible de invadir mi espacio vital.

Cuando se siente « separado » del universo, se siente solo y pequeño, vulnerable en el seno de un nido de depredadores imaginarios, que en realidad, se sienten como nosotros y también tienen miedo del otro. Cada uno lleva así en él, el potencial de un depredador para otros. La serpiente se muerde la cola en círculo no porque se encontró, como lo es originalmente el símbolo, pero porque ella mismo se devora no reconociéndose. La ilusión se alimenta de ella misma.

La mayoría conocieron al menos una vez en su vida esos raros momentos en que la burbuja se abre y donde se fusiona con todo lo que nos rodea. Puede ser, sentado en la ladera de una montaña para escuchar el viento en los abetos, delante del espectáculo de una alba o de un crepúsculo, en una sala de conciertos donde la música llena el alma, en el seno de una asamblea fraternal cuya comunión abre los corazones o aun en una meditación,… Sea cual sea la ocasión, es siempre un momento de gracia inolvidable. Vuelva al sentimiento que fue el suyo cuando esto le llegó, sienta en ello la huella que dejó a través del tiempo, póngase en contacto con lo que era en ese instante y percibe la inmensa riqueza que fue entonces la suya. Esos momentos son la Verdad. Esos momentos son la visión de lo que es y que abandona cada vez que por costumbre y negligencia se cierra su burbuja.

Nadie más que usted puede elegir de emprender el esfuerzo a su vida diaria de disolver lo que le mantiene en el malestar de la separación. Este esfuerzo no es nada más que una vigilancia que hay que ejercer sobre nosotros, sobre nuestra manera de acercarnos al otro o de acogerlo.

En este período bendecido en la historia de nuestra humanidad, vamos todos hacia la reunificación. Nuestro mundo abandona la separación para ir hacia la Unidad. ¿Qué significa esto? Esto quiere decir que, porque el momento ha llegado, nuestra Tierra, que es una conciencia de pleno derecho, emprendió su ascensión hacia una frecuencia vibratoria más elevada y que todo lo que lleva se encuentra delante de la elección de aceptar o no esta ascensión con ella.

En nuestra historia, el sentimiento de separación existió porque la baja frecuencia de la matriz de vida que fue la nuestra forjó el molde de este sentimiento. Cada ser cuyo trabajo hecho sobre sí mismo realzó su frecuencia vibratoria, pudo disolver una parte más o menos espesa de este sentimiento de separación. Algunos seres de excepción, que a menudo han consagrado una vida a esto, pudieron alcanzar la fase de la fusión. Hoy en día, la antigua matriz es casi disuelta y la nueva red energética que se teje alrededor de la Tierra no deja más sitio al sentimiento de separación que a otro sentimiento de naturaleza involutiva que contaminaría su espacio (ver este artículo). Todo lo que lleva la Tierra pues, elige en conciencia o no, de seguir el movimiento y de quedarse allí, o.

Para aquellos que del ama eligieron seguir este impulso ascensional, es un consuelo que de ser consciente que sólo nuestras creencias y nuestras costumbres son ahora nuestros límites. Ya no hay una vida que consagrar al despertar para extirparse de la matriz que nos encerró. La antigua matriz ya no está y prácticamente no es. En realidad, todo va mucho más rápido pues y sólo nuestros afectos todavía pueden frenarnos. Ya no hay más obligación falsa a considerar que el espacio común debe ser distribuido, puede permanecer abierto a todos sin que se ponga el menor cierre. En el nuevo paradigma que se coloca, el respeto y la fraternidad entre los seres y los pueblos se harán de forma natural. La confianza reemplazará la desconfianza y será plenamente justificada en los hechos.

Soy consciente de que entre los que se despiertan de esta mutación mayor, algunos tienen dificultad en creer que el mundo va a cambiar a tal punto. Están todavía enviscados en todo lo que hicieron su vida y en esta fase este sentimiento pues es completamente normal. Es por eso, que no hay ninguna utilidad a parase en el juicio y en la crítica y ningún beneficio a agitarse aun en las polémicas y los conflictos. La sola cosa que hay que hacer durante este período de transición, no siempre confortable debido a la oposición ensañada en sí del ego, es avanzar a la única escucha de su intuición, tomando por todas partes con gratitud lo que es ofrecido de bueno para sí sobre el camino. Cuando esta fase transitoria donde las oscilaciones del estado de ánimo son frecuentes, con sus sinusoides de dudas y de sentimientos de euforia, es pasada, entonces sólo se trata de Ser. Lo que significa mantener la vibración establecida, en la cual las dudas, los bajones de la moral y cualquier otro sentimiento que tira hacia abajo, no son más que un recuerdo del tiempo donde fuimos encerrados en su burbuja.

En ese estado de “ser”, todo se vuelve muy simple en la vida cotidiana, la alegría de vivir es omnipresente y la luz en sí irradia. No entramos más en los conflictos porque vemos en el otro que se opone, como en un libro abierto, la herida en él que se manifiesta. Es la compasión que reemplaza entonces la reacción y es un bálsamo de curación para el que lo recibe, mismo si es posible, que no la perciba así. Por otra parte, y poco a poco, los conflictos no se nos presentan más porque ya no están en nuestra realidad. La frecuencia vibratoria en la cual nacen y crecen ya no es la nuestra y las realidades se alejan.

Hemos creado nuestros campos de experimentación con arreglo a lo que teníamos que comprender y curar en nosotros. Pero llegamos al punto donde una nueva experimentación se instala que se sustituye a la actual. Si escogimos vivirla, la viviremos, con más o menos comodidad en el pasaje de un mundo al otro, según habremos echado más o menos sacos de arena por la borda. En la escala de nuestros sacos de arena, la burbuja que creemos representar nuestra integridad física y sutil es la que comprime la envoltura e impide el globo a elevarse. El amor es el soplo caliente que lo hinchará.

Fraternalmente,

© El Barquero – 26 de Julio del 2011 – Traducido por Elia.

Versión original en francés

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