El principio de acción y reacción era lo que estuvo prevaleciendo largo tiempo en la experiencia de la vida terrestre. Esta es quizás la manera de funcionar más arraigada en nosotros. Y sin embargo, es de ésta de la que no estaría de más separarnos si queremos acceder a la armonía que todos, o casi todos , aspiramos desde lo más profundo del ser.
Los experimentos llevados hasta ahora, a nivel de lo mental, no parecen habernos preparado a ello. Sin embargo, a primera vista, por lejos que parezcan venir las actitudes humanas como dominantes e ineluctables, la época nos abre las puertas de par en par, lo que permite salir de la habitación en cuya puerta está escrito en letras rojas: « Prueba de separación y principio de acción y reacción”. En otra sala, en el dintel dorado de la puerta está escrito: «Volver a la Unidad », se ofrece en opción el entrar o no. Tenemos total libertad para avanzar o retroceder y continuar luchando un poco más en el viejo mundo.
Leí no hace mucho en este mismo sitio web la ira de alguien que me dijo que « las únicas leyes de la vida son la voluntad y el trabajo; de tanto amar ingenuamente a todo el mundo, nos toman el pelo, pasamos a segundo plano y el turno”. Sé muy bien de lo que está hablando, yo también he recibido palos. Todos hemos pasado por el aro. Y algunos de nosotros, porque han estado luchando y sufriendo durante mucho tiempo, porque han sido humillados innumerables veces en esta y en otras vidas, cuya memoria se ha perdido, más no en sus células; ya que a cada fracaso, a cada caída, siempre han debido, y sabido, levantarse; están ahora tan acostumbrados que esta actitud se ha convertido en un principio fundamental en sus vidas. Están simplemente… agotados.
Es de gran importancia y redentor para cada uno de ellos, y para los que todavía se sienten profundamente impregnados por el instinto guerrero y el sentimiento de rabia que los mantiene en la lucha; que sepan que están más allá del mundo de los hombres, reconocidos como lo que realmente son en el fondo, por el camino recorrido de dolor, bajo el acero vivo y las heridas, por el valor ejemplar que han demostrado en las crecientes dificultades impuestas a su paso. Hace mucho tiempo que las miradas están volcadas hacia el planeta y hacia los seres humanos que lo habitamos. Los guías de luz y sombra, los hermanos y hermanas de otros planos de vida, que un día dejamos por voluntad propia para vivir esta odisea y evolucionar como nunca lo hubiéramos hecho de otro modo, nos acompañan y han acompañado siempre a lo largo del camino en el que andábamos a ciegas, y cuyas pruebas, nos parecieron lo más a menudo injustas e incomprensibles.
No estamos solos, ni nunca lo hemos estado. Nada de esto ha sido en vano. Ninguna prueba fue innecesaria o injusta, cada una era un reflejo de lo que teníamos que ver cuando aparecieron y se presentó como una oportunidad para ir más allá de lo que entonces habíamos percibido. Se han repetido mientras no fuimos capaces de evolucionar y comprender lo que se nos quiso decir. Y a veces durante este aprendizaje, nos equivocamos y nos perdimos un poco creando otras formas de ser que tenían que ser superadas, polarizando nuevas energías.
El juego ha ido lejos, más lejos de lo que hubiéramos podido pensar en un principio; ahora ya se han capturado todas las piezas del oponente y el rey está arrinconado en la esquina del tablero. Tiene que tomar una respiración profunda, deponer las armas, pero no se olvide tampoco de quitarse la coraza – lo que aparentemente es más difícil – y soltar la tensión, recuerde que esta lucha no es sólo la vida, sino simplemente un juego cuyas casillas recorrimos en todas las direcciones. Simplemente, al nacer el velo que nos envolvió nos encerró en el ego con el cual el ser terminó por identificarse totalmente. Así pues, no es fácil no participar más en el juego, parar de luchar pensando que de otro modo seríamos aplastados. Sin embargo, tendremos que proclamar una vez por todas « Jaque mate ».
Las dificultades diarias para pagar el alquiler o simplemente encontrar comida , para uno y su familia, o para atenderla, tal es el destino innegable para muchos seres en este mundo. Todo esto puede parece injusto e insostenible y desde el punto de vista del ser humano lo es. Pero ¿Quién hizo esto? ¿Quién ha dejado que el mundo llegara hasta dónde está? ¿Qué otra persona sino el ser humano ha permitido la trama de este drama, haciendo uso plenamente de su libre albedrío? ¿Quién piensa en su responsabilidad por aquel que muere de hambre, por falta de asistencia o bajo las bombas cuando es el propio país de usted quien mata de hambre, abandona o asesina ? ¿Quién va a elegir y volver a elegir a lo largo de vidas enteras a los que están ahí mismo, detrás de máscaras haciendo lo indecible para que nada cambie y que la situación empeore? ¿Quién cree aún que es imposible cambiar el mundo? ¿Quién continua siendo un esclavo dependientes de la voluntad de otros para creer que estas indignidades son inevitables? ¿Quién puede imaginar que la pequeña minoría que toma decisiones no es capaz de detener todo esto si así lo expresaran ?
Oportunidades para invertir la tendencia ha habido muchas, algunos han esperado sinceramente lograrlo para luego dejarse cautivar, estar excedidos o ser borrados por el sistema de una manera u otra. Habría sido necesaria una real expresión de voluntad y apoyo por parte del pueblo. Pero ¿esta voluntad ha estado ahí, presente fuera de las grandes crisis acaecidas cuando lo insoportable era demasiado doloroso? La gente en los países ricos ha estado profundamente dormida mientras las naciones pobres encajaban lacras y calamidades. El individualismo y el materialismo, esas ubres que alimentan el ego, han alejado cada vez más al ser de la empatía que es la suya por naturaleza. Todo se ha convertido en combate y la mirada se ha vuelto completamente despiadada, los egos chocan por un sí, por un no y todo fue contemplado bajo la convicción de que actuar y reaccionar era el motor de la existencia. Mientras que la verdadera vida es el « estado de ser ». La capacidad de colocar el Yo en el centro del ser y dejarlo que resplandezca. Esto no quiere decir que no haya más acción, sino que ésta nace de la capacidad del ser y de la capacidad de actuar y responder a las acciones de los demás. Así se disuelve la acción del Yo, el ego, cuya voz va disminuyendo en la lejanía.
Allá donde brillara el Ser, la conciencia superior del ser que se separa del sufrimiento del Yo, la acción se realizará sin esfuerzo aparente; se inscribe en un movimiento tan natural como el de las hojas revoloteando con la brisa del aire. En la vida cotidiana, se puede comparar con una alfombra roja que el universo despliega a nuestros pies, como si de pronto todo se volviera sencillo, como si bastara pedir un deseo para que éste, si es justo, se cumpliera .
La ira que sumerge al ser despierto que lucha en combate, es la del que no quiso admitir que tenía primero algo que sanar. Sin el trámite de la sanación, no se puede hacer nada de estable ni de correcto.
Como ya se ha detallado en Despertar, el ego hace todo lo posible para que el ser no empiece nunca la sanación, porque significaría descubrir al impostor el cual perdería su poder, y se sentiría en peligro. Su principal táctica es centrarse en lo más seguro: la mente. No se puede intelectualizar el proceso de despertar sin desviar el objetivo que se querría alcanzar. En la encarnación presente, esta búsqueda es el abandono del control, la confianza y la aceptación humilde de la fusión en el fluir de la vida, sin tratar de controlar este y hallando así la armonía.
Al tratar de seguir un estilo de vida que pensamos consciente, pero que ha sido integrado solo por el mental, no podemos lograr este objetivo, y por lo tanto, nada funciona como previsto, las dificultades de la vida siguen siendo las mismas, las desgracias siguen ahí. Es entonces cuando uno se deja llevar por la ira y por la lucha porque creemos que nos han engañado y estamos amargados, o por el contrario, nos damos al ego que se viste para la ocasión del vestido del ser espiritual el cual seguirá, no obstante, siendo el ego. Es a través del corazón que tenemos que asimilar todo esto. Esto no se aprende, no se da, se encuentra cuando abandonamos el deseo de control, no por rencor o desesperación, sino por humildad (ver El despertar en si 2).
El hecho de reconocer que tenemos sufrimiento que sanar, hace que nos abramos a la posibilidad de que en los seres la pesadez del cuerpo emocional no afecte completamente al Yo; que el Yo no es sino una pequeña parte de lo que somos y que, a expensas del ser sagrado interno, ha ocupado todo el espacio. Este reconocimiento es un requisito previo para el proceso del despertar que nos orienta en hallar la armonía a diario, en lugar de las luchas interminables y las heridas que se derivan. Es por ello que nada funciona como previsto si no se ha pasado por esto. Antaño, era un largo camino, pero con la aceleración que vivimos, la conciencia experimenta y asimila a una velocidad nunca vista hasta entonces. El coraje que se necesita ya no es el del corredor de fondo sino más bien el de quien tiene que dar un paso en el vacío con la fe suficiente para encontrar el puente que no puede verse antes de darlo. Así es, la fe.
Fraternalmente,
© El Barquero – 20 de julio 2011 – Traducido por Mª José
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