La Huella de la Servidumbre

Peinture de Leonora CarringtonPor el Barquero.

Es en la búsqueda de la Verdad que se afirma la nobleza del hombre. Es el Santo Grial ¿ qué hay  bajo la voluntad de mantener este hilo tenue, pero indestructible, que guía  toda encarnación despierta? ¡Qué poderosa fuerza se manifiesta en la verticalidad del ser  que camina por la densidad del suelo que lo sustenta! Somos salmones ascendiendo, erre que erre, por las poderosas corrientes hacia la fuente de donde todos salimos un día y que mantiene el misterio de la Fuente que arde en nosotros.

El Ser en camino, mientras asciende por la corriente en la  búsqueda de la verdad acerca de sí mismo, busca a menudo con la mirada, la mano que se presentará,  el ejemplo a seguir, la señal  que le tranquilizará, a veces también al maestro, al  mentor, al profesor. La frontera es a veces muy fina entre la mano que impulsa y  la que  frena. Entre la ayuda puntual y el sometimiento; y cuando sus fallas humanas no han sido, o no, lo suficiente,  observadas en sí, entonces,  la servidumbre  se ampara de cada uno gracias a la distribución de papeles.

La servidumbre  es el resultado de dos fuerzas que se encuentran: el miedo de avanzar solo y la necesidad de control. Estas necesidades surgen , las dos, de las profundidades abismales del ser  ante lo que se percibe como una inmensa soledad en la inmensidad del espacio. Esto le aterroriza y, este terror difuso se mantiene la mayor parte del tiempo entre las distantes brumas del abismo, cuyo fondo ha sido  ahondado y erosionado durante largo tiempo  por las heridas acumuladas durante las vidas encarnadas. Ser pequeño, estar solo e indefenso contra las corrientes que arrastran nuestra vida es un sentimiento que se renueva en cada encarnación, hasta el día en el que nos liberemos de todo temor creador de ilusiones y podamos, por fin, sonreír y dejarnos llevar por el movimiento.

Llegados a este punto del camino de ascensión, ya no podemos  hacer caso omiso de esta toma conciencia. Sólo tendremos que restablecer lo que es esencial, aquello que  al ego le gustaría ver como secundario o sin valor. La servidumbre es como aquel remedio cuyos efectos secundarios son peores que la enfermedad a la que se supone que va a vencer. No la subestime, se infiltra desde una  edad muy temprana bajo  los más diversos aspectos, en todos los niveles de la psique humana. Sabe pasar desapercibida, ya que es un as del camuflaje y ha sabido , no sin  cierta  ostentación, ser aceptada abiertamente como si fuera la norma a admitir. Échela por la puerta y se le colará de inmediato por otro hueco. Ya que siempre habrá alguien para ejercer una influencia, y  siempre, en un punto  preciso  que hayamos descuidado. En el mundo dual, nos sometemos constantemente a una autoridad, o a una influencia, que  reconocemos como tal; ésta sólo encuentra justificación en las construcciones ilusorias de los hombres. La obligación de sufrir, por baja estima y  falta de confianza en sí, es una de sus más poderosas creencias del ego.

Ahora bien, ¿qué es lo que nos enseña la servidumbre? Esta designa los límites que nos creamos, es decir, aquellos en los que creemos, mostrándolos  de forma clara e insistente hasta que el malestar sea tan fuerte que no podamos continuar  ignorándolos por  más tiempo. He aquí  algo que puede durar muchas vidas antes de salir adelante. Prueba de ello,  hoy en día, es que en  la vida , la última del gran ciclo de aprendizaje hasta el momento vivido en Gaia, todavía vemos a personas que han recorrido un cierto camino hacia el despertar, huir a la primera oportunidad bajo el control de un nuevo gurú salido de la nada. Mientras seduzca, no importa lo que  diga ¡al cuerno  con las contradicciones que se expresan, la improbabilidad de las declaraciones, la grosera  infiltración del miedo!, todo está bien para aquél que  reclama un poco de flagelación para sentirse un su sitio en el proceso de liberación en curso. No duden que estos deben  mirar seriamente bajo la alfombra para ver que sufrimiento tratan de ocultar, ya que persistiendo en esta vieja costumbre de servidumbre, encontrarán lo opuesto a la liberación. Y los que todavía juegan manipulando a los demás, independientemente de cuales sean sus intenciones, que se cuestionen también en silencio, a la escucha de sí mismos sobre la verdadera naturaleza del poder así  ejercido. Ser aprendiz de brujo es una eterna tentación del ego.

Ni siquiera puntualmente debiera existir  ascendiente alguno en la mano tendida, ni en quien da ni en  quien toma. Quitando esta actitud , carecemos de luz. Es un ejercicio que pide una gran vigilancia y un constante cuestionamiento acerca de las verdaderas motivaciones y sobre la dependencia que pueda surgir en aquel que quiere ayudar.

Peinture d'Anne BachelierEstamos rodeados de seres bondadosos en este plano tanto como en otros,  que de muchas maneras nos están ayudando en nuestro camino en base a las decisiones que a menudo tomamos con ellos, antes de nacer en este mundo. A pesar de todos  los intentos para separarnos del camino, y de este modo poder estimar puntualmente donde no situamos, ninguno de esto seres de luz nos obligaría nunca a nada. Solamente nos será presentado cómo sobrepasar nuestras insuficiencias y nuestro libre albedrío  hará que lo hagamos o no, ante todos los solicitaciones que se  presentarán y se representarán a nosotros, hasta que hagamos  nosotros mismos la elección de sobrepasarnos o de la trascendencia. Nunca un guía nos forzará a nada, nunca más volvería a insinuar miedo en nosotros, no va a buscar el control o para mal, el sometimiento, ni intentará de una  manera cualquiera, tirarnos hacia abajo. Todo lo demás es sólo un ardid. Y el Servicio al prójimo no es  servidumbre.

Sólo aquellos de nuestros guías que encarnan la luz oscura moverán los hilos. En esto serán  a veces pertinentes en la evaluación de que lo que podemos hacer nosotros mismos, pero hasta ahora no son de ninguna manera indispensables para nuestro progreso. No los  necesitamos. Mejor aún, nunca los hemos necesitado. Durante mucho tiempo lo hemos creído, de manera colectiva, se organizó, se sacó a provecho y fue institucionalizado por los poderes dominantes a lo largo la historia y, obviamente, muchos aún lo creen.

De hecho, siempre hemos tenido la manera de ejercer  nuestra plena soberanía en nosotros mismos, sembrando el camino del Amor y siempre se nos ha dado la posibilidad de tomarlo.

El ser presente a sí mismo, que  dejo de actuar  como un robot elaborado en el molde de la pre- humanidad que dirige el mundo y  sin ser presa en esencia de su ego reactivo, es autónomo  en la capacidad de trascender los limites.

Sin ánimo de ofender a religiones y otros gurús, no  se asciende en el temor y bajo el látigo hacia una jerarquía finalmente hecha todavía de control exclusivo, de  expiaciones y de sufrimiento, pero en la liberación total del ser que da un vuelco en sí mismo, ahí dónde está la puerta luminosa de la Ascensión. El motor de este vuelco es la vibración, todo lo que puede reducir su frecuencia vibratoria es opuesta a la dirección del camino. Sin embargo, se ha dicho miles de veces todos estos años por cantidad de seres ilustrados que la Alegría ES el camino. Alegría en la Sencillez y el Amor de la vida en todas sus expresiones. Es gratitud, es lo que reside más allá de la humildad y el abandono, es lo que llena la copa una vez que se vacía. Es la puerta de luz  abierta de par en par en nosotros. (Léase Invitación a la abundancia). La falsa alegría que se utiliza para ocultar el dolor, al contrario,   no es  más que ilusión.

Hay quienes creen que el dolor y el miedo son los buenos motores para su evolución, o sea, así será lo que  vivan. A menudo estos mismos  creen que la devoción a un maestro que han elegido reconocer les eximirá de toda responsabilidad en cuanto a su existencia, o lo que es decir que estos están  maduros para una servidumbre más. ¿Entienden cómo funciona? Creamos todas las líneas de la vida a las que atribuimos una creencia y entonces las llamamos a nuestra experiencia. En el seno de la ilusión colectiva, se convierten primero  en nuestra realidad y después en un egregor,  a la altura  de la credulidad y del número de aquellos que simpatizan.

Peinture de Leonora CarringtonEs simple, ¿qué egregor quieren crear ahora? ¿Otra oligarquía piramidal  que seguirá encarcelándoles en una matriz cerrada, siendo  engañados por aquellos que detienen un conocimiento que les es cuidadosamente ocultado? ¿O van a elegir por  fin liberarse de todo, empezando por cualquier tipo de control, y encontrar su verdadero lugar en la Creación?

A  imagen de Jeremías (LINK en francés),  no se compliquen la vida, no creen miedo y sobre todo  no caigan en las trampas de los hacedores de miedo  que  comercian con la credulidad. Todo es mucho más simple, pero aún requiere  una búsqueda sincera de la Verdad, una exploración de los meandros interiores de nuestra mente para  que nuestras mentiras sean descubiertas por nosotros mismos y, en consecuencia,  podamos discernir claramente las mentiras de los demás, sin importar las  muchas verdades entre las que se esconden para adormecernos mejor.

Sean ustedes mismos, sin tratar de buscar una norma en la que conformarse, sin pedir la aprobación en la mirada del otro, sean el que encarna, el que ya ha pasado por la Verdad y  que en esta búsqueda sincera se enriquecerá cada día un poco más. Independientemente de sus posibles defectos, será un gran beneficio para todos  sea cual fuere el punto dónde se encuentren.

Fraternalmente,

© El Barquero – 11 de marzo de 2013 – Traducido por Mª José 

Versión original en francés

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