El despertar en sí (2)

Por El Barquero (Le Passeur).

Del decondicionamiento hacia la liberación, modo de empleo.

La curación

– Para curar: es tomar el camino de la vacuidad.

Para comenzar, date cuenta y toma conciencia que en tu cabeza, es el alboroto mental. ¿En qué momento no piensas? Busca un poco. Estamos de acuerdo, no a menudo. Pero cuando esto llega –y dite que a muchos esto nunca sucede– observarás que es siempre cuando estás plenamente en el momento presente. Ahí está la clave: ser en el momento presente.

Si no eres consciente de la absurdidad del alboroto mental que es el tuyo, observa un instante de qué son hechos tus pensamientos y comprobarás que se sitúan siempre en el pasado o en el futuro. Nunca en el presente. Como si en tu cabeza el presente no existiera mientras que es de hecho, la realidad sólo verdadera, del mundo que percibes. En lo que piensas del pasado o del futuro vuelve a proyectar una energía en un lugar que no existe. Porque según tu representación lineal del tiempo, que es la tuya de esta dimensión, o piensas en cosas que no son más, o piensas en cosas que todavía no llegaron y que nunca llegarán tal vez. Pero en el momento presente, que es el único verdaderamente perceptible por todo lo que eres, nunca eres.

He aquí una de las claves esenciales de la liberación. Busca lo más a menudo posible la percepción del momento presente en tu día a día y vas así a aprender a apaciguar tu mental, a domesticar este animal salvaje que hasta ahora hizo sólo lo que él quería de ti.

Cuando serás consciente por otro lado que cada uno de tus pensamientos es una energía no controlada, lanzada a toda prisa y corriendo en el universo y que pasa volando siempre en alguna parte imantar su resonancia, te dejo imaginar el grado de contaminación que un solo ser humano puede producir en una vida. Es por otra parte una de las cosas sobre las cuales es bueno que nosotros todos comencemos a trabajar

Un ejercicio simple para erar en el momento presente es de sentarte en la naturaleza, de cerrar los ojos y de sentir plenamente su presencia a través de tus otros sentidos, el viento en los árboles, sobre tu piel, el canto de los pájaros, el vuelo de los insectos, el calor del sol. Si no tienes la naturaleza en las cercanías, hazlo en la ciudad, es menos nutritivo por supuesto pero lo es práctico con el instante presente, es que existe por todas partes y permanentemente. Su gran calidad es que él instalará poco a poco en ti el silencio lúcido y omnipotente, así como la vacuidad receptora, que te introducirán en tu verdadera casa, allí donde descansa esperando tu vuelta de tu control perdido.

– Curarse es tomar el camino hacia el alivio.

Cada célula de tu cuerpo almacena el peso de tus memorias, las de esta vida por supuesto, pero también las de las vidas anteriores y hasta algunas transmitidas por tu ascendencia –lo que se llama las memorias celulares. ¡Imagina un poco, la cantidad de diversas emociones, entre las que están algunas particularmente pesadas, las que pudieron acumular a lo largo de tu viaje en la encarnación!

El malestar, los miedos, la enfermedad, son las consecuencias de la energía desequilibrada almacenada en ti, que acaba siempre por expresarse a través de una o muchas de tus zonas de sombra, más a menudo las que nacieron de los dolores más grandes, allí donde eres el más vulnerable.

Cuando habrás discernido las zonas de sombra en ti y habrás sabido identificar las heridas del ego que son la causa, habrás deshecho los nudos de los sacos emocionales que las alimentan. A partir de ahí, los sacos estando abiertos, harás lo que quieres según tu libre albedrío, y tal vez nada si decidiste no aliviarte. Pero en el caso contrario, si tienes la voluntad de salir del juego y de curarte, la vía que te invito a seguir es la del perdón y de la compasión. Para ti como para los demás.

Es en el perdón sincero y profundo para las heridas hechas y las heridas recibidas, así como la compasión para aquel que desempeñó el papel de verdugo y el que mismo es sólo la víctima de sus heridas, aunque a veces fuiste tú ese verdugo, al que verdaderamente podrás entonces curar.

No olvides que en el camino largo de tus vidas sobre esta Tierra, pusiste a veces la cabeza sobre el tajo y tuviste a veces el hacha. Era el camino para cada uno de nosotros sin excepción, debíamos experimentar plenamente los dos polos de la dualidad, y distribuimos hasta entonces los papeles con nuestro pleno consentimiento en el respeto del equilibrio de las energías opuestas, es decir el respeto de las leyes del karma.

¿Qué son estas zonas de sombra en ti? Son todas tus actitudes, tus comportamientos, tus reacciones que provocan en ti y/o para otros, dolores, enfermedades y sentimientos regresivos, por lo que probablemente por naturaleza a alejarte un poco más tu ser divino.

No es muy difícil inclinarte sobre ti. Pregúntate, por ejemplo, por qué te encolerizas en tal situación o con relación a tal discusión. Observa cada vez cuando tu enojo llegó y vuelve al sentimiento que provocó tu cólera. ¿Qué sentías entonces, qué palabra o qué situación activó tu reacción? ¿Qué es lo que recuerda esto, qué imagen te vino a la mente?

Práctica así en toda circunstancia y tendrás excelentes posibilidades de exhumar la herida no curada que hay detrás. Y si ésta no aparece en seguida, que remonta a más lejos, posiblemente de otra vida y no alcanzas su recuerdo, ten confianza a la vida para que te revele rápidamente cómo remediarlo. Lo quieras o no, tienes en este mundo como en el más allá, unos guías que están ahí para ti y piden sólo ayudarte, sobre todo si se les piden.

En la vía del despertar, las cosas pasan siempre así, la gran ley del sincronismo se aplica cada solicitud del ser sobre el camino. Te cruzarás siempre a la persona, el libro o la película que responderá a una de tus preguntas sinceras. Y si sabes observar la naturaleza, encontrarás muy a menudo las señales que serán útiles para ti.

¿Qué hacer? me dirás cuando se identifica una de las causas de una de tus sombras. Bueno, nada del otro mundo: lo acoges.

Deja volver la emoción, no la bloquees, acógela como una parcela de ti que por fin se libera, y siente el amor para esta pequeña parte de ti herida que tenía tanto mal en decir su dolor. Simplemente, ten compasión por ti. Has estado herido y sufriste, mereces sólo el amor para esta prueba, y sobre todo ningún desprecio, ni cólera o ni vergüenza.

No emitas ningún juicio, acoge esta emoción que se libera, sea en las lágrimas, los gritos o el silencio que te sumerge. Mira como un niño de ti, háblale, dile que se acabó, que es libre y que ahora en adelante nada alimenta el dolor que le vio nacer. Si amas sin condición en este instante al niño herido que se revela, entonces le curas instantáneamente.

A tu ritmo, según tus fuerzas, sin presión ninguna, reconocerás a casi todos los niños de tu dolor y les devolverás su libertad.

En este mundo de dualidad del que acabamos la experiencia, permanecerá tal vez algunas heridas no curadas, pero esto no tiene gran importancia. Es ya mucho más importante haber tomado el camino de la comprensión de quiénes somos que de haber curado todos los aspectos. Cuando las problemáticas más pesadas son resueltas, algunos harapos que todavía cuelgan no te impedirán ir directo a reinvertir al ser divino que eres. ¿Y ese día, qué sombra crees podrá oponerse a tanta luz?

El abandono

Resumamos una última vez. Has tomado pues conciencia que finalmente no naciste en este mundo en el solo fin de someterte a la voluntad de otro y de seguir ciegamente las reglas impuestas, así pues comenzaste a percibir los mecanismos que te habían condicionado a creerlo hasta entonces, discerniste en ti que dependía de este acondicionamiento con el fin de curar las heridas ocasionadas, curaste lo esencial… ¿Y ahora?

Ahora, estás en estado de reconectar verdaderamente tu espíritu superior. Estás en estado de alinearte en tu divinidad. Estás en estado de ser.

De hecho, en el curso del camino, ya habrás hecho incursiones en un mundo extraño, que son las señales de tu reconexión progresiva. Salvo excepción, todo no surge como cuando abrimos una compuerta, las etapas se interpenetran y la progresión se hace la mayoría de las veces gradualmente.

El soltarse fue para ti un grado espectacular. En esto, él te condujo a actitudes y nuevos comportamientos. ¿Cuántas veces te sorprendiste en esta fase a no reaccionar de la misma manera en situaciones que antes te habrían alcanzado y habrían activado tantas réplicas de tu parte? ¿Cuántas veces te dijiste que no te reconocías? ¿Que te encontrabas particularmente zen? ¿Que no comprendías cómo no te inquietabas más por tal o cual problema?

El soltarse es una etapa muy visible en tu vida diaria, y a menudo desestabilizante para los allegados que también les cuesta reconocerte y que no saben a qué atenerse.

No te equivoques, este grado representa una separación más marcada con lo que antes se componía tu vida. Es un bien en sí, que tú vas finalmente hacia ti mismo y que sobre este camino cruzarás a seres que viven el mismo despertar y que te estimularán, pero esto cuesta a veces el precio del alejamiento de aquellos con quienes en otro tiempo compartías la misma influencia de la sociedad sobre el ego. Pasará también que serás su disparador y algunos te seguirán, pero otros se alejarán irremediablemente de ti, es así, no fuerce nada ni a nadie, respeta el camino de vida de cada uno.

Al nivel colectivo lo mismo ocurre. El que no duerme se halla en situación de observar en este período la separación que se aumenta entre dos mundos: el antiguo mundo atado a las energías que lo convirtieron hasta ahora, y con él. Los que se agarran con fuerza, y el nuevo, que no se desprende de ninguna ruina del antiguo, pero manifiesta su emergencia a partir de una conciencia totalmente nueva, que tal arborescencia se difunde de modo exponencial en proporción al número de seres que se le despiertan a ella.

A esta fase del proceso de tu curación y de tu reconexión a tu ser verdadero, ya estás en posición reapropiarte de memorias viejas que salen a flote como burbujas de metano del fondo de los océanos. Algunas de estas memorias exhumadas participaron en tu curación, otros simplemente te ofrecieron indicaciones sobre tus vidas pasadas, o, más útiles, te reabrieron el acceso a las memorias de un saber que te viene ahora de modo natural.

Paralelamente, tus percepciones se ensanchan a lo que hasta ahora era invisible, fuera de alcance, ciertas capacidades ya pueden aparecer, como la telepatía, a menudo una de las primeras en manifestarse, así como la capacidad de curar a otros o también visiones inexplicables, incursiones en otras dimensiones donde desempeñas otro papel. Y aun otras aperturas.

Es tu herencia, te pertenece y sabrás qué el momento venido en interés de todos. Tampoco te inquietes si nada de todo esto todavía no se manifiesta, cada uno sigue un camino de vida que es el suyo y no hay ningún bien en compararse con otros, porque esta comparación no tiene ningún sentido. Así no es como medirás el camino cumplido y te situarás en este proceso ascendiente.

Esta tentación de la comparación es realmente falsificadora y pide una gran vigilancia. Primero porque alimenta otra faceta del ego que llamamos frecuentemente el ego espiritual: digamos que cuando el ego ve perder terreno en su elemento material, su poderoso instinto de supervivencia va a guiarlo hacia otras influencias a ejercitar. Esto entonces será muy fácil para él volcar hacia el elemento espiritual ya que ve tu conciencia superior tomar esta dirección sin poder evitarlo

Como anécdota, antaño en Tebaida (Egipto), cuando los primeros monasterios cristianos aparecieron en el siglo V, los monjes entonces aficionados a los ascetas y otras penitencias tenían, parece ser, en el refectorio la fastidiosa tendencia a comer siempre menos que el vecino con el fin de mostrar así su gran dominio de sí mismo. Tanto es así que tuvieron que imponer el porte de la capucha con el fin de que ninguno vea la cara de su vecino y no pueda juzgar el apetito.

Ya no contamos hoy en día, el número de « despertados » que cayeron en la trampa así por su ego. Los más carismáticos acaban gurús, los más discretos extravían su humildad y no saben ponerse en tela de juicio, perdiendo así su discernimiento, se dejan engañar por sus nuevas capacidades y arrastran pasando por su estela algunos, aun más vulnerables todavía.

La humildad justamente es una luz poderosa en la oscuridad. Más que esto, es un Sol según el rasero del cual el pequeño en este mundo se vuelve inmenso en el otro.

Cuando todo parece volverse complicado, y el discernimiento falla, cuando las dudas surgen y la sed de controlar se seca, la humildad conduce al ser con dulzura hacia el altar de abandono, que es el umbral supremo donde invierte la plenitud de su ropa de luz.

El abandono es la nuca que se ofrece desnuda al divino en sí mismo. Esta es la fe final y se llena de una alegría serena y profunda.

Luz

Alguien dijo hace mucho tiempo que habría muchos llamados y pocos elegidos. El caso es que las trampas que colectivamente nos inventamos son inmensos disparates. Pero no hay que inquietarse por eso, cual sea el ritmo de nuestros pasos, todo el mundo irá tarde o temprano hacia su ser divino, nadie jamás será dejado al borde del camino, sin duda.

No olvides a mi hermano, mi hermana, que somos unos nómadas un poco locos, lleno de entusiasmo y alegría, que hace mucho tiempo decidimos contra viento y marea, a invertir este gran teatro que es la Tierra, endosándose de vidas muchos tipos de trajes y de decorados, destinados a llenarnos de una experiencia nueva y anclar en la materia una luz que no conocía. Y que ahora que la representación se termina por fin y ahora se cae el telón, vamos a hacer algo hermoso de lo que aprendimos aquí sobre esta Tierra bien amada, cuyo verdadero nombre en el seno del universo, de Urantia Gaïa.

¿Quieres que yo te diga a mi hermano, a mi hermana, lo que hicimos y de lo que podemos regocijarnos? Juntos, todos nosotros aceptamos abandonar un día nuestros éteres para invertir poco a poco la materia hasta encarnarse en un cuerpo, olvidando voluntariamente todo lo que éramos y dejándonos manipular por seres que hicieron todo para separarnos siempre más profundamente de nuestra esencia divina. Lo lograron perfectamente, nuestro sentimiento de separación creció hasta lo absoluto y nos hicimos más allá de lo que habíamos consentido a sus esclavos ignorantes y crédulos.

En esta espesa oscuridad, debimos imaginar que existía otra cosa que el mundo que se había convertido en el nuestro, y que teníamos la capacidad de evolucionar. ¿Sabes, mi hermano, mi hermana, cuántas vidas y sufrimientos del ego hizo falta?

Pero aquí, en el fondo del fango, en la oscuridad absoluta, atados de pies y manos, justo con el aire que nos hace falta para algunos instantes de supervivencia en los pulmones, supimos reconocer la llama indestructible que jamás nos dejó, y de toda la voluntad de cada una de las células de nuestro cuerpo, penetramos poco a poco la incandescencia. Por el poder inmenso de libertad que destiló en nosotros, subimos hacia la superficie quebrantando nuestras cadenas una a una hasta trascender todos los límites impuestos.

En otros reinos que son también nuestra herencia, a lo largo de esta gran historia, legiones de seres de luz nos ayudaron de toda la fuerza infinita de su amor y se regocijaron con un asombro creciente de cada paso que habíamos encontrado el medio de hacer hacia ellos, hacia nosotros.

No creas a mi hermano, a mi hermana, a quiénes te dicen que hemos perdido el tren, que nos hemos despertado demasiado tarde. Por supuesto, podríamos haber hecho mejor y el final de toda la historia podría haber sucedido de otro modo, pero dite que todo siempre es justo a escala de la relojería cósmica, y que al principio, en el olvido de nuestra identidad, atrapados en la trampa en esta dimensión no unificada, separada del cosmos, nuestras posibilidades no eran realmente pesadas.

Por lo tanto regocíjate, mi hermano, mi hermana, sin orgullo pero con sobria arrogancia del camino cumplido. Estás sobre el umbral. Vuelves a ser el ser de luz que fuiste siempre, el ser divino que va humildemente a aureolarse de la herencia única de Urantia Gaïa, con el que caminas corazón a corazón en tu ascensión. En los albores de los Soles del nuevo mundo que despliega sus alas, ya descubres tu verdadero poder creativo. Y ahora se hará en conciencia y en alegría, en el amor trascendido de lo divino en ti.

Fraternalmente,

© El Barquero – 11 de Mayo del 2011 – Traducido por Elia.

Versión original en francés

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