A las audaces almas que tanto sufrieron

Odilon Redon01Por el Barquero.

En el extremo de la escala de la experiencia humana, a veces, despunta la destrucción. Como ser humano,  te encuentras ahí,  en un punto de la escala. Un día naciste a esta vida con la intención de elevar tu condición humana, pero una vez que llegaste, se te olvidó la intención, y  a veces desde el primer aliento de vida, tu pureza fue afectada. Sigamos un poco esta trayectoria y luego mirémosla de más cerca.

Quisiste trascender tu mirada en el umbral de tu encarnación, y así  iluminar todas las miradas  que contigo  se cruzaran en este mundo. Elegiste las condiciones que  te permitirían este trabajo, evaluaste exactamente las capacidades que necesitabas para ello y programaste tu vida poniéndote sobre los hombros sólo lo que pudieras soportar. A continuación, naciste, pequeño ser, puro ofrecido al servicio de su ideal.

Por aquél entonces comenzó la difícil experiencia que, por supuesto, iba a alterar tu luz. Así, como un pequeño  ser que eligió iniciar su vida en el dolor, te construiste en torno a la necesidad de sobrevivir; desarrollaste mecanismos sutiles y complejos mucho más allá de lo que eras consciente para  mantener una apariencia de equilibrio  en el universo, a veces caótico, en inmersión total. Lo que llamo un equilibrio de supervivencia.

Por lo tanto, en este contexto todo lo que conformaba tu personalidad – el Yo, el ego – fue reunido y  entremezclado con los problemas de tus carencias, de las creencias que habías aprendido y de la violencia que  habías recibido. Bajo los golpes, hiciste lo posible para seguir vivo y ser capaz de seguir viviendo. ¿Quién podría culparte hoy? ¿Qué ignorante podría decirte que no hiciste lo correcto?, ya que todavía estás aquí, vivo, y lo más importante, capaz de imaginar una vida mejor.

El equilibrio de la supervivencia está  en el ojo del ciclón  en el que vives desde que vislumbraste el primer claro dentro del caos. Un oasis movedizo que has de seguir en su movimiento desordenado. Sin embargo,  a tu alrededor, persiste el tumulto que te trajo allí, y en ti, profundamente,  las lesiones sufridas gritan  recordando el maltrato inflingido en  el torbellino destructivo. En el ojo del ciclón te encerraste  y tu  equilibrio de supervivencia  se pone en peligro cuando te distancias. En el suelo , la Tierra que te sustenta, bebe de tu sufrimiento y te apoya;  el cielo es una salida  de emergencia que elegirás si desfalleces. Esta salida  te alejará del mundo al que viniste  para traer tu luz,  la cual será   una evasión  desesperada aunque hayas elegido la puerta iluminada de la trascendencia.

Para encontrar la serenidad, y la alegría que la acompañan, tienes que ser  libre y salir de tu encierro; tomar el camino de la libertad exige de ti un gran valor,  tras  haber conseguido tu equilibrio  de supervivencia en pruebas  sin fin. Sin embargo, como broche final, no se trata ya de tu supervivencia en cuestión, sino de la Vida.

Peinture de Voytek NowakoskiLuego la cuestión es elegir, tú que viviste un propósito de vida tan doloroso, si prefieres permanecer encerrado en el equilibrio de  supervivencia que anima tu Yo hasta tu  último día de presencia en la Tierra, o en cambio, si respondes a la llamada de tu alma que llega para recordarte lo que viniste a hacer, aquí abajo, por ti y por los otros. Ya que lo que haces por ti mismo, lo harás por todos.

Hasta ahora, para mantener los latidos de tu corazón, has ​​construido tantas defensas, que éstas se han convertido en un automatismo del que no tienes la menor conciencia. Dependiendo de las condiciones que elegiste para nacer, estos mecanismos han hecho de ti,  víctima o verdugo, presa o depredador. En esta etapa final del experimento, típicamente patriarcal, con más frecuencia lo femenino  encarnaba a la víctima mientras  lo masculino al verdugo. Así, en las pequeñas cosas de la vida, en tus actitudes en relación a todo, en conductas que determinan tu personalidad, respondes a las solicitaciones de un corazón que se duele  de todo lo que le faltó, y de  todas las  lanzas que penetraron su vulnerabilidad. Estos dolores se impusieron en ti, de tal manera, que muy pronto se convirtieron en la energía que te fue necesaria absorber para sobrevivir, a falta de tener otra al alcance. El sufrimiento se  convirtió en tu savia, ahí donde el amor se había apagado . Muy a pesar tuyo , te referiste al sufrimiento para existir. Ante la falta de amor, los golpes recibidos te acordaban  mayor  existencia que  el vacío. Por fin, pensabas, una mirada era para ti.

Creciste así, sustituyendo cada día, estrato tras estrato, con más profundidad, el  sufrimiento al amor. Aun si  el camino fue largo, llegaste a confundir los signos  del interés destructor que te ofrecían  con una forma de expresión de amor. Superficialmente te contentas todavía  con esta ilusión, ya que sirve para el equilibro de supervivencia, pero más profundamente no  puedes ver el amor si tú no te quieres a ti mismo. ¿Cómo habrías podido, tú, al que destruyeron la pureza y fue destruido de buena hora y con tanta violencia?, ¿ el que tuvo que sobrevivir reemplazando lo que se le daba por  lo que le habrían debido  dar si hubiera sido amado? No tienes nada que reprocharte, pequeño Ser. Tu camino hacia la realización de la obra de vida que elegiste pasaba por ahí. La etapa  final sigue siendo trascender todo esto. Si has podido  leer estas líneas y te has reconocido , puedes elegir, ¿ voy a armarme de valor hasta amarme y por fin vivir?, o,  ¿voy a abandonar aquí, agotado como estoy?

Peinture de Voytek NowakoskiEn el precio de este último esfuerzo reside la libertad de ser por fin uno mismo, de reactivar en lo más  profundo de tu ser, la luz indestructible que llevas desde el principio. Se pueden destruir muchas formas de expresión, pero jamás la esencia de las cosas. El amor dentro de ti, nunca fue afectado por tu experiencia. son las formas de tu expresión a través de ti que han sido devastadas. Si eliges tu liberación, si decides salir permanentemente del ojo de la tormenta, aunque de nuevo puedas atravesar brevemente los recuerdos dolorosos del caos, pero no las experiencias mismas ya que ahí donde te  encuentras ahora ya  no es posible, y entonces serás como un cachorro alocado y  feliz que sale del río y se sacude. Y cada gota que expulsaras se llevaría todos los automatismos que hayan forjado tus armas y tu armadura: el desafío, la agresividad, el sadismo, la frustración, la paranoia, la compensación, el masoquismo, la espera, el aislamiento, la autodestrucción, etc…., así como todos los filtros habituales de la  personalidad que esconden los miedos (ver El pequeño breviario del ego).

Cada gota se evapora al sol. Ser libre, es no tener nunca más miedo de nada, como lo eras antes del primer aliento de vida, antes de que respiraras por primera vez el universo de tu experiencia elegida en el olvido y que te pusieras a llorar de rabia y de rechazo.

El Ser  que ya no tiene miedo, no necesita nada. Está libre de toda cadena, y nada perteneciente al mundo de los que todavía sufren podrá ser un obstáculo. Ya no se pregunta acerca del mañana, no determina lo que fue el ayer, y con frecuencia, ni lo recuerda. En todos los sentidos del término inspira el Presente de todos los microcosmos de su cuerpos, del más denso al más sutil. Es feliz compartiendo, se enriquece de  todo y enriquece al mundo con lo que es. Porque  ha encontrado todo en si, jamás carece de  nada, no tiene entonces ninguna  necesidad y se sitúa así  en el poder de amar realmente. Ahí está  la Maestría, ahí está la realización de la obra transcendental en la densidad de la materia. El fuego se reavivó del interior y se alumbró la oscuridad. La penumbra se desvanece y revela las miradas sorprendidas y asombradas de aquellos que descubren otra realidad. Así cada uno  enciende su hoguera e ilumina nuestra Unidad reencontrada. Así se acaba la experiencia actual, en la luz plenamente encarnada.

Fraternalmente,

© El Barquero – 01 de julio 2012 – Traducido por Mª José

Versión original en francés

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